Hace algún tiempo, mientras me auto conocía, descubrí algo que jamás pensé me fuera a pasar. No porque no quisiera que la posibilidad existiera sino porque no sabía que algo así pudiera sucederme.
Descubrí que me gusta ver mujeres. Me encanta, AMO verlas en todos sus colores y formas. Y cada día me gusta verlas más.
Me encanta ver mujeres recién nacidas, me devuelve a la fragilidad del momento en el cual el resto de nuestra vida se define por haber nacido así. También me alerta de la responsabilidad y orgullo que las acompañará hasta el último día.
Me encanta ver mujeres en sus primeros años, tambaleándose mientras intentan sostener el peso de su intelecto. Me devuelve a la época en la que todo mi mundo eran mis padres, cuando aprendí cosas nuevas que me maravillaron por primera vez.
Me encanta ver mujeres disfrutando su infancia, como yo cuando caminaba descalza y me preocupaba mucho quedarme dormida con la comida en la boca a las seis de la tarde.
Mis favoritas, he de decir, son las adolescentes. Qué manera de vivir la vida con la ilusión intacta. Para después llorar con el corazón roto en mil pedazos. Me devuelve a la primera vez que me enamoré y me fallaron. Si pudiera regresar a alguna etapa de mi vida, sin duda sería a esa. Pero, ¿qué se yo? Apenas estoy empezando.
Me encanta ver mujeres de mi edad. Unas graduadas, otras mamás, algunas otras viajando… mi generación es complicada, pero vaya si no somos capaces. Rodearme de mujeres exitosas, con metas, propósitos y sueños me hace pensar que todo es posible.
Me encanta ver mujeres en sus treintas, muchas de ellas marcando ejemplo y dejando huella. Me hacen creer en mí y me brindan la certeza que el camino es duro, pero gratificante.
Me encanta ver mujeres mayores, me inspiran. Me hacen sonreír al darme cuenta que la vida puede ser dura, pero jamás hay que derrumbarse. Que puedes ser madre, abuela o una mujer dedicada completamente a tu carrera y verte increíble y fabulosa a pesar de los años. Como mi mamá, que a pesar de estar enferma todo el tiempo fue luz.
Mi corazón lo tienen por siempre las mujeres de cabello blanco, las abuelitas, esas que cocinan rico. Tienen mil historias por contar pero muy pocas personas que las quieran escuchar. Siempre me ha gustado conversar con gente mayor, pues cada palabra que sale de su boca trae sabiduría y muchas lecciones.
Me encantan las mujeres que lo vuelven a intentar. Me encanta verlas, conocerlas, escucharlas y entenderlas. Y mientras lo hago, en el camino hay una a quién conozco mejor… a mí. Para cuidarme y amarme mientras dure esta aventura de ser mujer.
CLOI HERRERA 
excelente 👍👍 bendiciones, y éxitos en tu carrera